*Lic. Alejandro Dardoni, psicólogo especializado en adicciones
Algo hace ruido en las campañas de prevención contra el consumo de sustancias psicoactivas. Sabemos que algo no está acertado cuando en una campaña de prevención el eslogan principal refiere: “maldita cocaína”. ¿Por qué se habla desde hace décadas de una “guerra contra las drogas”?.
En el mensaje principal de aquella campaña de prevención de la década del 90, como en tantas otras, por no decir en todas: el protagonista es el objeto. Objeto al que se le atribuyen propiedades “malditas”. En la llamada “guerra contra las drogas”, una vez más, el protagonista es el objeto “droga”. En una supuesta guerra que ha estado perdida desde el inicio, y resulta contradictoria. Perdida digo, porque las sustancias psicoactivas han estado presentes en la historia del ser humano (estuvieron, están y seguirán estando). Recomiendo al respecto, leer “Historia general de las drogas”, del español Antonio Escohotado, una biblia insoslayable. Por otra parte expreso que es una guerra contradictoria: porque “guerra contra las drogas” es un título, que miente, disfraza, oculta una verdad. Diariamente convivimos y consumimos con todo tipo de “drogas legales”, algunas incluso que específicamente son drogas pertenecientes a las denominadas “ sustancias psicoactivas”: azúcar, nicotina, sexo, hidratos de carbono, alcohol, tecnología, internet, celulares, y un largo etc, en los que no pararía de mencionar “objetos”. La pregunta que decanta por sí sola: ¿y el sujeto?. Recuerdo que un antropólogo en un maravilloso libro reflexionando sobre el prohibicionismo, preguntaba: ¿y si mañana algunas personas comenzaran a tirarse de los balcones? ¿Qué haríamos, prohibir los balcones?
Entonces pasemos por un rato del objeto al sujeto. Ya Freud, allá por el año 1920, dejó teorizada junto a la pulsión de vida, la pulsión de muerte. Varias décadas más tarde, llegó un francés, que hizo una relectura de Freud, y denominó Goce, a ese aspecto del ser humano que busca el exceso, ese placer que duele. Pero que justamente es un más allá….un más allá del principio de placer (Principio con el cual Freud teoriza el funcionamiento del aparato psíquico). Ese más allá del principio del placer, es la pulsión de muerte, es el goce, es el ser humano excediéndose….CON CUALQUIER OBJETO. Este sería uno de los motivos por los cuales, cualquier abordaje preventivo, debería focalizar en el sujeto y no en el objeto. El ser humano puede gozar, excederse, abusar, con cocaína, mdma, morfina, opio, alcohol…sí…pero también puede excederse con el azúcar, el sexo, la televisión, ineternet, comida, hidratos de carbono, tecnología, compra, etc. Podríamos seguir enumerando cualquier tipo de objeto. Sin embargo las campañas de prevención ponen en la mira el objeto, cuando resulta ser lo más anecdótico de esta relación.
Es necesario aclarar que el límite al goce, viene dado por la Ley, ley paterna: Ley que la sociedad actual no ha parado de menospreciar, La declinación de la función paterna, no es un hecho que haya pasado desapercibido, hoy en día el feminismo fundamentalista, ha hecho de esto una bandera. Pero entonces que ha pasado con ese goce caprichoso que requiere de la Ley para ser limitado, acotado. Ese goce estructural, sin la función paterna, que lo limíte hace estragos en la estructura psíquica de niños y adolescentes. Asimismo encuentra correlato en la superestructura jurídica: con un poder judicial que en lugar de limitar mediante la ley. Da rienda suelta al caprichoso goce materno.
Resta decir: El objeto es lo que menos importa. Tendríamos que volver a preguntarnos por el Sujeto. E incluso por la función paterna en las familias, por el lugar que ocupa la ley en nuestra sociedad.Dejando de ser protagonista el objeto, podríamos preguntarnos: por qué niños y adolescentes, presentan cada vez más, un fallido control de impulsos, falta de límites, escasísima tolerancia a la frustración, trastornos de ansiedad, trastornos depresivos…?. POR QUÉ NIÑOS, ADOLESCENTES Y ADULTOS: Presentamos una marcada orientación a los extremos. A vivir y pensar en los extremos: negro o blanco sin grises. Todo o nada. Excesos, impulsos, Corto plazo, quiero todo aquí y ahora. “No sé lo que quiero pero lo quiero ya”, como cantaba el querido, y adicto Luca Prodan.
Entonces, ante un escenario semejante: por qué no comenzar a educar en la moderación?