En tiempos de crisis económicas recurrentes, vuelve a cobrar fuerza una pregunta que divide opiniones ¿las cooperativas representan un riesgo para el sistema (socios, empleados, proveedores)? Esta pregunta, más ideológica que económica, carga con prejuicios históricos que vale la pena revisar a la luz de los hechos.

Por derecha, haciendo un repaso histórico de la economía mundial, las quiebras empresariales más importantes de la historia nunca fueron protagonizados por cooperativas destinadas a la producción. Muy por el contrario fueron ocasionadas por grandes grupos concentrados dedicados al sector financiero, y a la especulación. Un caso emblemático fue el del Banco Lehman Brothers, la quiebra que derivó en la sonada crisis del 2.008. con efectos demoledores en todo el mundo.

Mucho se habla del impacto económico que representan para los Estados los regímenes tributarios especiales, subsidios, entre otros que recibirían las cooperativas. Mientras que poco se dice de los cuantiosos salvatajes a las grandes multinacionales.

Principales quiebras empresariales de la historia (en millones de dólares). Fuente: https://www.carbonellaw.org/NuevoDiseno/crisis/revista174/Articulos/articulos2.htm

En el extremo opuesto, por izquierda, un caso paradigmático es el de Argentina, donde el sistema cooperativo ha sido desprestigiado por “los gerentes de la pobreza”, en el que simulacros de cooperativas han sido creados con el único fin de enriquecerse ilícitamente y de comprar voluntades políticas.

Las verdaderas cooperativas cumplen un rol fundamental en el crecimiento de pequeños y medianos productores, potenciando su actividad. Los mantienen “dentro del sistema” al mismo tiempo que generan empleo genuino y, en definitiva, un desarrollo local equilibrado.

En muchos casos, no sólo no son el problema, sino que son quienes recogen los restos de empresas quebradas y reconstruyen desde abajo lo que el mercado dejó caer. Basta con buscar en Google “quiebra de cooperativas” para comprobar que los resultados refutan el prejuicio: la mayoría se refieren a empresas tradicionales que, tras su colapso, dan paso al trabajo cooperativo como alternativa de subsistencia.

Citando al Dr. Osvaldo Coll, reconocido abogado mendocino “hay que alentar que haya muchas más cooperativas, no solo en el ámbito vitivinícola, sino en otros rubros de la economía”.

En tiempos donde el sistema cruje, apostar por las cooperativas no es una amenaza, sino una respuesta concreta. Lejos de ser motivo de alarma, deben ser una señal de que todavía es posible construir una economía más equilibrada, que tenga en el centro a quienes producen y sostienen el sistema.

Las cooperativas producen una transformación clave, menos proletarios y más propietarios.